Contexto regional

Unicef[1] advierte que cada año unos seis millones de niños, niñas y adolescentes son víctimas de abusos graves en América Latina y el Caribe, y más de 80000 mueren a causa de la violencia doméstica.[2]La violencia se manifiesta principalmente por medio del castigo físico como forma de disciplina, del abuso sexual, el abandono y la explotación económica.

Cada hora, 228 niños, niñas y adolescentes son víctimas de abusos sexuales, y al menos el 70% de las víctimas son mujeres. En el 50% de los casos, los agresores y agredidos viven bajo el mismo techo, y en el 75% de los casos, los agresores están estrechamente relacionados con la víctima.[3]

El maltrato y la violencia sexual hacia la infancia y adolescencia es una “realidad masiva, cotidiana y subdeclarada entre la población latinoamericana y caribeña […]”. Los niños, niñas y adolescentes sufren violencia en el hogar, en la escuela, en los sistemas de protección y de justicia, en el trabajo y en la comunidad;[4] la violencia atraviesa las fronteras nacionales, culturales y socioeconómicas.

En un sentido amplio, la violencia y el maltrato hacia la infancia y adolescencia pueden definirse como acciones, omisiones o trato negligente, no accidental, que priven a una persona menor de 18 años de edad de sus derechos y bienestar, que pongan en peligro o interfieran en su adecuado desarrollo físico, psíquico, moral o social, y cuyos autores pueden ser personas, instituciones, o la propia sociedad, en relaciones de responsabilidad, confianza o poder.

A pesar de los avances logrados, a 25 años de la Convención de los Derechos del Niño (1989), miles de niños, niñas y adolescentes latinoamericanos continúan siendo víctimas de violencia en sus diversas formas.