Principales efectos en la vida de los adolescentes participantes:[1]
- Cambios de conducta en el plano personal: La reflexión y problematización sobre las formas de relacionarse que realizan los adolescentes promueve intervenciones frente a la violencia en su entorno.
- Autoestima y desarrollo de capacidades: Los adolescentes se sienten escuchados, valorados por sus capacidades y tenidos en cuenta para la toma de decisiones.
- Integración e inclusión: Los adolescentes valoran el hecho de que la campaña les permita conocer adolescentes de distintos contextos y realizar algo en común, ya que en general solo se relacionan con adolescentes que comparten un mismo contexto socioeconómico y cultural.
- Trabajo en grupo: Los adolescentes valoran la metodología de la campaña que promueve el trabajo en equipo.
- Reconocimiento: La campaña valoriza los saberes de los adolescentes al colocarlos como educadores de pares, de adultos y de niños, promoviendo relaciones intergeneracionales más simétricas.
- Eliminación de prejuicios: La campaña contribuye a superar estereotipos que asocian adolescencia con violencia y delincuencia.
- Promoción de ciudadanía: Expresan la voluntad de involucrarse en otros proyectos que modifiquen la realidad que los afecta, lo cual favorece el ejercicio ciudadano.
[1] Investigación externa realizada para la Iglesia Sueca, tomando en cuenta las experiencias de Argentina, Uruguay, Bolivia y Brasil (2011).